Cuando la ansiedad es silenciada. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Desde hace ya tiempo la ansiedad es el principal motivo de consulta. El hecho de que los pacientes se presenten con una consulta concreta y definida ya nos debe poner en alerta, en tanto no se trata de casos aislados, sino mas bien de algo generalizado. No podemos dejar pasar por alto el hecho de que algo se repita y adopte la forma de lo que se propaga y amplifica en el tiempo. No es una cuestión casual que bajo las coordenadas de la casualidad se presenta en un momento determinado. Hay que ser claros en este sentido y hacer una lectura causal de la epidemia ansiosa.

El discurso actual no solo que empuja a producir de forma eficaz y eficiente, sino también a que debamos hacerlo con una sonrisa y una sensación de felicidad que esté bien acompañada por el empuje de la pasión. Todo ello bajo la idea general de apuntar a un bienestar ideal. Destaco en negrita algunas de las palabras que resuenan una y otra vez por todos sitios y me pregunto¿Alguien puede creer que este cóctel de palabras torbellino es vivible?, ¿Es soportable? ¿El intentar cumplir con estos mandatos es sin consecuencias?. Son preguntas que quedan como un modo de abrir a la reflexión… Lo cierto es mas allá de la la lectura que cada uno pueda hacer de su propio caso, podemos decir que no hay empuje que no produzca efectos sobre aquello que ejerce la fuerza.

Partiendo desde este punto es que en el caso particular de la ansiedad hay un empuje permanente a restablecer «la normalidad» y silenciar aquello que emerge para manifestar el malestar y lo que no funciona.

En muchos de los casos que llegan a consulta de psicología los pacientes llegan ya medicados con ansiolíticos. Si bien, en algunos de esos casos en donde la ansiedad imposibilita las funciones básicas vitales como el comer y/o el dormir, la medicación cumple una función importante, hay que pensar en lo insoportable de las sensaciones y manifestaciones físicas y el sufrimiento subjetivo asociado. Lo que de forma generalizada en la actualidad se silencia con antitéticos, hay que saber tratarlo sin pretender eliminarlo. Cuando la ansiedad es silenciada lo que ocurre es que se expande y cronifíca lo que no ha encontrado un buen cauce.

La ansiedad que hoy se entiende como el conjunto de signos que se expresan como la dificultad para respirar, la presión torácica, la sudoración y bajada de tensión, entre otros, hace ver de un modo fluorescente que hay algo que llama a ser escuchado y entendido. Lejos de silenciarlo hay que apostar por el espacio donde eso puede ser respetado y puesto a trabajar sin juzgarlo. Partiendo de un si, que le restituya la dignidad a eso que es vivido como algo impropio y rechazable.

Por otro lado hay que destacar que solo con entender no alcanza, no es suficiente. Algo hay que hacer con eso que se pueda entender y es justamente allí donde el trabajo subjetivo apunta a poder saber hacer con el síntoma. Hay que entender para poder aprender a hacer de un modo diferente y esto lleva tiempo. En la época donde todo se ofrece bajo la formula de lo inmediato, la posición que algunos profesionales decididamente adoptamos, es la de poner en valor el tiempo de cada cual, respetando el proceso circular y necesario que cada uno puede hacer con lo que le hace sufrir. La responsabilidad es un aspecto fundamental al que apunta el trabajo detallado y sostenido sobre la premisa de que hay algo en uno que no va bien, sin desentenderse del mundo y la época en la que estamos inmersos.