REUNIÓN DE EQUIPO. Generar conversaciones sobre la clínica. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Ayer, nos hemos reunido con el equipo en el Hospital CIMA para conversar de la experiencia clínica en torno a dos casos que presentaron nuestras compañeras Angelina Inchauspe y Claudia Rivas. Quien se ocupo de coordinar la reunión fue Alejandrina Maiz.

Ayer fue una conversación particularmente interesante porque las dos viñetas clínicas que presentaron las compañeras nos mostraron un síntoma predominantes de la actualidad como es el ataque de pánico. Este nombre con el que los pacientes y profesionales de la salud en general y de la salud mental en particular encuadran y en marcan un conjunto de síntomas, nos abre la puerta de entrada a poder acoger lo que a una persona le hace sufrir.

La apuesta particular de nuestro equipo no radica en «readaptar» al paciente para que sea funcional a la vida, sino que habilita la posibilidad de abrirse a un tiempo de comenzar a poner en palabras para apuntar a un tiempo de comprender. El lugar de un espacio psicoterapéutico no es el de restituir lo disfuncional a lo funcional, sino que bajo nuestra orientación es el abrir un tiempo que la propia lógica de la época aplasta, que es el tiempo de comprender.

En las dos viñetas que se presentaron, mas allá que como efecto del trabajo de cada paciente en tratamiento fue el apaciguamiento y disolución de esos síntomas que los habían llevado a consultar, la posición de las terapeutas fue la de una apuesta por abrir ese tiempo de comprender y no por la respuesta rápida y sorda a la demanda de «sacarse de encima» lo que va mal y no funciona. Al contrario, la apuesta es por dar lugar a lo que no funciona para llevarlo a ese otro tiempo, que tiene efectos verdaderos.

En la época de la inmediatez, de la imagen, de lo fácil, de lo rápido, de lo veloz, de la salud, del bienestar, de los influencers, de la felicidad, de las respuestas, de los tips, desde nuestro lugar proponemos otra cosa. Lejos de ubicarnos en el lugar del saber, de las respuestas para todos, nos movemos en ese terreno del que no se quiere saber y que es el efecto directo y sintomático de la obligación a tener que estar bien, sanos, felices y productivos.  Lo que no funciona, lo que va mal, lo que no se sabe, es lo que da lugar a abrir un tiempo para hablar e intentar comprender para construir un modo singular de hacer con el malestar de cada uno.