Avicii y el saldo de lo que no cesa. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Gracias a mi pareja que insistió en que viera el documental sobre el DJ Avicci, que recientemente se quito la vida de una forma trágica, pude encontrarme con una historia que describe de forma clara lo que se pone en juego en el día a día de un modo generalizado de estar en el mundo en la actualidad. Lo cierto es que si bien no conocía nada acerca de la vida de este joven DJ sueco, el documental me ha hecho pensar sobre lo silencioso del empuje a algo más, porque siempre hay algo más y todo ello sin reparar en que lo que se pone en juego es lo humano, lo personal, lo intimo, la vida misma.

Lo que en el caso de este joven comienza por el lado del deseo, en donde descubre un modo de crear, de anudar ese deseo a una producción artística, a una velocidad de vértigo toma la forma de un torrente que no cesa y que aplasta todo aquello que le dio vida.

Es el propio sujeto que se ve imposibilitado de poner un freno a un goce mortífero que lo conduce a lo peor. En sus propios dichos se encuentra la infelicidad y la desdicha de hacer aquello que no solo no le gusta ni le hace bien, sino que se sostiene como una fuente incesante de displacer, a tal punto que en diferentes ocasiones le llevan a tomar la decisión de retirarse, no sin dificultades.

Si bien puede uno caer en la tentación de quedarse en el cuestionamiento de los otros que le rodean o que no aparecen, como los padres, los managers y promotores, la industria, lo cierto es que la cuestión debe mas bien vascular hacia la dificultad intima y la responsabilidad intransferible del propio sujeto con su síntoma.

Es un caso que refleja de una forma cruda y grandilocuente lo devastador que puede resultar el no introducir un limite y las buenas preguntas sobre el deseo. Frente a lo veloz y lo productivo que a modo de topadora se lleva todo por delante, lo que puede introducir un limite saludable, es la orientación por el deseo que nada tiene que ver con la producción. Es una falsa construcción la realización del deseo pensado en términos productivos (eficiencia y eficacia son significantes que se destacan en la época).

Así es como este caso podríamos pensarlo de forma lógica y estructural, como la desorientación que reina en lo contemporáneo y que bajo el empuje al «todo es posible» y «mas es mejor», lo que nos encontramos como saldo son restos sintomáticos. La búsqueda permanente al plus, a ese «algo más», tiene como consecuencia la aparición de la contra cara que se muestra como lo que no funciona. Obesidad, atracones, adicciones de todo tipo, la obnubilación por la imagen y las pantallas, son los efectos de un modo de gozar sin limites, sin freno y sobre todo sin dar lugar al deseo.

La responsabilidad de cada uno sobre su forma de estar en el mundo y de hacer con aquello con lo que se encuentra, se entiende entonces como la vía para poder, cada uno a su modo y con su propio estilo, no dejarse deslizar por el camino de lo que se impone como lo que debería ser.