Reunión para pensar la experiencia de la Videoconsulta en Salud Mental. Por Cristian Figueredo Braslavsky

En el día de ayer hemos realizado una reunión virtual del equipo de psicología y psiquiatría para poder plantear un inicio de reflexión sobre la experiencia que estamos teniendo en una situación excepcional como la que vivimos. Tenemos la suerte de formar parte del equipo del Hospital Sanitas CIMA y los centros Milenium Sanitas de Barcelona, en donde contamos con el apoyo de una institución que hace tiempo viene apostando por las digitalización de la atención sanitaria.

Justamente por ello y por las contingencias derivadas del COVID, se ha producido un empuje a la atención por VIDEO CONFERENCIA y esto nos invita a hacer una reflexión sobre los elementos que se ponen en juego en el trabajo a través de lo virtual. Como equipo orientado por lo subjetivo y la experiencia única y singular que cada uno vive frente a lo que le hace sufrir, no queremos quedarnos en una lectura simple sobre los beneficios o dificultades del uso de la VIDEOCONFERENCIA, sino que apuntamos a reflexionar y producir una saber sobre esta nueva experiencia.

En la reunión de ayer han surgido temas como la noción del tiempo de las sesiones, la dificultad en la intervención por la falta de la presencia del tiempo, los silencios, lo intrusivo de la cámara en la casa del paciente y del profesional, la inmediatez en la solicitud de un encuentro que muchas veces es un acting como respuesta a la angustia y la pantalla como un tercero en lo que por regla general es un encuentro de a DOS.

Eric Laurent en Los principios rectores del acto psicoanalítico [ver publicación] destaca en el primer principio: «El psicoanálisis es una práctica de la palabra. los DOS participantes son el analista y el analizante, reunidos en PRESENCIA en la misma sesión psicoanalítica…» ¿Que sucede si hay un intermediario, aunque este no sea mas que un caharro? ¿Es posible ese encuentro de a TRES? ¿Cómo podemos pensarlo?

Por otro lado en el Cuarto Principio dice «…La sesión analítica no soporta ni un tercero ni su mirada desde el exterior del proceso mismo que está en juego. El tercero queda reducido a ese lugar del Otro. Este principio excluye, por lo tanto, la intervención de terceros autoritarios que quieran asignar un lugar a cada uno y un objetivo previamente establecido del tratamiento psicoanalítico…».

Si no soporta a un tercero podemos pensar en dos direcciones. Por un lado pensar ¿Podemos tomar la pantalla como un tercero que forma parte de la sesión?. Por otro lado si el cambio profundo de la tecnología y la contingencia del COVID han empujado y nos han empujado a tomar lo tecnológico como un elemento real del que ya no podremos prescindir mas allá de nuestras resistencias. Es decir pensarlo como un tercero o como un elemento mas con el que debemos saber hacer.

Esto que compartimos son algunas preguntas para las que no hay respuestas, sino que las tomamos para iniciar una reflexión compartida desde una experiencia ÚNICA y sin precedentes frente a la realidad que se impone y desde un equipo que lejos de cerrarse a nada, esta abierto a pensar las formas de lo actual que son siempre nuevas, siempre inciertas, por tanto siempre abiertos a lo que no se sabe…