Nota breve sobre la anorexia mental. Por Cristian Figueredo Braslavsky

A partir de la lectura de un libro publicado ya hace tiempo de la Psicoanalista Argentina Nieves Soria**, quien por otra parte me recibió hace ya algunos años en Buenos Aires para intercambiar algunas ideas sobre el trabajo con anorexias y bulimias, decidí comenzar a escribir algunas cosas tomando frases sueltas que subrayaba en la lectura.

 

En esta ocasión la frase es la siguiente: «…. recuperación de goce es el correlato de un rechazo con el que se juega como si fuera un deseo, rechazo de la ignorancia del Otro materno que nada sabe de amor, confundiéndolo con sus cuidados.»

Lo que indica como la recuperación de goce apunta a un ir más allá del principio de placer, por tanto lo que se pone en juego es una satisfacción displacentera que se sostiene a nivel pulsional. Vamos ahora a pensar esto de forma más sencilla, al menos en su lectura, para poder pensar el mecanismo que se pone en juego. Hay desde un empuje que mueve a recuperar algo perdido y que tiene una satisfacción asociada. Sino ¿Qué es lo que movería a alguien a realizar un esfuerzo, más o menos grande, que no sea algo que le de cierta satisfacción?. Así, entonces, hay algo perdido, aunque no sea más que a nivel de la fantasía, de lo imaginario, que «debería» estar y no está.
Destaco lo de debería porque es un mandato, un imperativo, no es algo que se da a nivel de lo posible, porque si así fuese no estaría la fijación y potencia de la lucha por recuperar lo que allí tendría que estar. Es justamente la imposibilidad de otra cosa lo que hace que en la anorexia mental se de una radicalización de la demanda.
Es lo que escuchamos en el discurso de quien toma la posición anoréxica. Las cosas son así y no hay grieta por donde pueda introducirse la duda y cuestionamiento. ¿De qué forma escuchamos esto?: «Tengo que perder peso…», «Tengo que hacer ejercicio porque si me detengo voy a engordar», «No me gustan mis piernas, mis brazos, mi barriga, me da asco». Hay que captar la lógica que sostiene estos imperativos ya que no se trata de «hacer entender» al paciente que esto no es así, sino apuntar a la lógica que hay de fondo y sostiene esa posición radical.
En el fondo del imperativo esta lo que en el inicio de estas líneas marcaba, y es la recuperación de algo que debería estar y no está, un signo de amor. Esta es la tarea artesanal, paciente y persistente de quien dirige un tratamiento terapéutico, pasar del pensamiento y el acto a la palabra y que esta pueda permitir dar forma a algo del orden del amor.
** Nieves Soria, Psicoanálisis de la Anorexia y la Bulimia. Pagina 28., Ed. Tres Haches, Buenos Aires, 2000.