La deriva del discurso científico. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Se ha publicado en el periódico El País una nota titulada: «La ciencia vive una epidemia de estudios inservibles» y me ha parecido una excelente noticia poder leer en un periódico, una crítica tan explicita a un discurso que incluso llega al punto de aburrir.

Incluso toma mayor valor cuando el subtitulo de la publicación hace referencia a la denuncia que han realizado un grupo de científicos, a través de la firma de un manifiesto, alertando de la deriva que sufre la ciencia hacia un lugar inútil y de creciente desprestigio.

El principal autor del documento es el médico e investigador de la Universidad de Stanford (EE UU) John Ioannidis, quien ya en 2013 publicó un estudio en donde se destacaba que  hasta el 95% pueden ser falacias sin rebatir. Es muy importante dar a conocer al publico general, aunque también a una gran parte inocente de los profesionales, que «lo científico» que se brinda como un modelo de garantía, responde a criterios que distan mucho de lo que la investigación aporta.

En la actualidad el sello: «científicamente comprobado»  es casi señal de poder decir desde lo mas banal e inocuo, hasta la afirmación más grave, sin adentrarse en la lógica de la refutación argumental. En un mundo donde el pensamiento crítico y profundo ha perdido peso frente a lo veloz y eficaz, ha ido creciendo a pasos agigantados «el comercio de las cosas». Ya no es tan importante el contenido sino que el peso recae en el envoltorio y frente a la falta de tiempo, lo inmediato y contrastado por otros aparece como respuesta garantizada de un saber que no hay que poner en duda.

El efecto inmediato de esta VERDAD que se impone es una ignorancia consentida. Ya no solo que el interés se pierde sino que lo que se impone es el querer no saber y por supuesto que esto no es sin consecuencias.

La investigación es fundamental para conseguir mejoras en todos los ámbitos de la vida, pero la investigación verdadera y que no se circunscribe ni siquiera al terreno universitario y de las grandes corporaciones. La investigación responde al deseo de querer saber y justamente por ello, considero tan importante dar a conocer la deriva del discurso científico y proponer un modo de investigar que responda a una ética, sustentada en el deseo verdadero de querer saber.

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