Lo virtual y los vínculos. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Al ver el dibujo del humorista gráfico argentino Tute en donde en la cama quien se encuentra es uno con un dispositivo como pareja, aparte de sacarme una sonrisa, me hizo pensar…

En este tiempo en donde lo virtual ha tomado el papel coportagónico de la historia y al igual que la gente aplaude desde los balcones lo que hasta hace 2 meses ni siquiera entraba en sus intereses últimos, lo virtual está en primer plano y hace visible lo silencioso que viene poniéndose en juego hace tiempo.

Por un lado tenemos la utilidad de los medios tecnológicos en un tiempo en donde la distancia social es impuesta como necesidad y por tanto se nos hace imposible, al menos por un tiempo, el encuentro físico con el otro, acentuándose por tanto a partir de la prohibición la necesidad y el deseo del encuentro. ¿Cuál es la vía regia para el encuentro? Lo virtual. Cambia la noción de tiempo, de espacio, de presencia, de espera, de distancia, en definitiva siendo lo mismo cambia todo. Finalmente el encuentro se produce y hace que podamos hablar con la gente que queremos, que nos cuenten y que contemos lo que nos pasa, nos preocupa y esto hace vinculo. Hace presente al vinculo con los otros. Nos permite también desarrollar nuestros trabajos, proyectar ideas, dar cierta continuidad a nuestra vida diaria, como escribir estas lineas. Ahora bien, sin quitar merito ni importancia a esto y que realmente la tiene, me pregunto también cual es el efecto que tiene lo virtual y la forma del vinculo que ya desde hace tiempo venimos experimentando de forma silenciosa.

Nos hemos adaptado a un nuevo modo de vínculo con el otro que pasa por lo virtual. Esto no puede ser sin efectos. En el dibujo de Tute se muestra para mi de forma clara y precisa, adelantándose el artista siempre a cualquier elaboración teórica, lo que ya hace mucho viene sucediendo en lo cotidiano de de lo íntimo. El cambio progresivo del vínculo con la pareja ó incluso con la soledad que siempre incluye una dosis de angustia ya que algo del deseo se pone en juego. Lo que siempre aparecía bajo la forma del chiste «¿Es que no tienes televisión en casa?», cuando alguien tiene muchos hijos y se apunta al encuentro sexual en lugar de la TV, ahora pareciera que podríamos decir: «¿Es que tienes una persona en tu casa?» apuntando a la imposibilidad de conectarse, chatear, responder los miles cientos de whatasapp, estar al día con las series y películas recomendadas por las amistades o por los logaritmos de las plataformas.

La adaptación que angustia es la de introducir una pantalla que tamiza el vinculo con el otro. Normalizar y adaptarnos sin preguntarnos y sin administrar el limite. Las dificultades nos ponen a trabajar a la vez que lo fácil y simple adormece. Lo que parece poner todo al alcance de la mano de forma rápida, inmediata, sencilla, se transforma a la vez en un catalizador de angustia, que nos quita la posibilidad de enfrentarnos a lo vivo del vínculo con el otro, de aquello de lo que no se puede escapar, esconder o acallar con un click. Porque en el terreno del vinculo con los otros no hay certezas y asumir cierta incertidumbre es parte esencial del encuentro verdadero, sea este virtual o no…