El atracón. Por Cristian Figueredo Braslavsky

Hay dos cuestiones importantes al pensar el atracón. Por un lado tenemos la vertiente del exceso y por el otro nos encontramos con la imposibilidad de un límite. Este nudo que deja atados a estos dos componentes hace del atracón una solución sintomática potente en su conformación que relanza una y otra vez un circuito que lejos de aplacar la angustia, cada vez la engorda.

He pensado y sigo pensando mucho en la clínica del exceso que es un rasgo característico de la clínica actual y no deja de sorprenderme como se plantea el abordaje de este tipo de dificultades sintomáticas con más y exceso. El proponer como respuesta exitosa y con garantías un abordaje basado en exceso de visitas, exceso de tiempo para que el paciente diga TODO lo que tiene que decir, exceso de pautas para contrarrestar los atracones, exceso de ordenes y control como por ejemplo poner candados en las neveras y así podría seguir con una excesiva lista de excesos que lejos de aliviar engordan la angustia y tapan el núcleo de lo que puede permitir introducir un limite de la buena forma y es algo tan complejo y tan sencillo como darle lugar a lo que no se sabe, a lo que falta, a lo que no se puede decir.

No creo que el psicoanálisis sea la panacea, como tampoco lo es ningún abordaje en particular, porque lo que va bien para uno no va bien para otro, pero lo que si creo y sostengo es que al menso en intención el psicoanálisis, encarnado en la figura del psicoanalista es la apuesta por la ética como brújula clínica. La apuesta es por el deseo y por dar lugar al saber del paciente, saliéndose de la impostura de encarnar un saber universal amparado en lo que en teoría garantiza la ciencia (este es un tema que debemos subrayar y que les invito a que se hagan la pregunta: ¿Qué quieren decir cuando dicen que algo está CIENTÍFICAMENTE DEMOSTRADO?).

Para los que estamos orientados por el psicoanálisis lo que toma valor y por lo que apostamos es por lo mas singular e intimo de una persona, empujando no solo a que no caiga en la trampa de lo que es norma, sino invitando a poder hacer de un buen modo con aquello que solo a cada uno de nosotros nos representa. En el caso de los atracones habrá que preguntarse en cada atracón que está aconteciendo para esa persona, invitar a permitir cuestionarse en ese acto.