24 Oct A partir de una entrevista a Eric Sadin «La tiranía del individualismo». Por Cristian Figueredo Braslavsky
Hoy han publicado en el periódico Página 12, una entrevista con el filosofo Eric Sadin. En la entrevista aborda un tema recurrente que esta como telón de fondo de nuestra época y que mas allá de las mil y una formas que toma en nuestra civilización, me interesa particularmente resaltar los efectos en la clínica y en el modo de poder abordar el malestar de cada uno.
¿Cómo abordar un sufrimiento particular, singular y único en un sujeto ensimismado y aferrado al ser uno mas entre otros? Esta es una paradoja que lo moderno nos presenta y que en la clínica se hace presente de una forma muy potente y cerrada.
La ansiedad y la depresión que son las expresiones mas habituales de un malestar, se presentan de una forma despersonalizada y bajo un modo de algo que no permite ser la mejor versión de uno mismo. He nombrado la ansiedad y la depresión porque son los «nombres» con los que la gran mayoría de pacientes se presentan. No lo que les pasa sino lo que los nombra.
Se ha escrito mucho sobre esto, pero realmente hay un punto ciego en cada uno que impide a quien se presente en la consulta el poder «ver» su posición en relación a la manera particular del malestar que le aqueja.
Por decirlo de un modo mas sencillo, quien tiene ansiedad, está «atrapado» en una posición que le deja a expensas de lo que debería funcionar y no termina por conseguir, es decir que no hace las cosas lo suficientemente bien como debiera para poder ser «uno mas» en el conjunto de los felices. No entra en el paraíso de la individualidad igual a todos.
Por tomar lo que propone Sadin con la tiranía del individualismo se pone en evidencia la caída de lo común, de lo compartido, bajo la falsa ilusión que estamos en red. Por ello es que frente a ciertos síntomas es preciso poder dividir las aguas y abordar el malestar desde lo verdaderamente singular de cada uno, no para entrar en el conjunto de «lo que funciona», sino justamente poder salirse de allí para poner en valor lo mas singular y así dar lugar a compartir espacios comunes, que permitan soportar lo diferente, que es justamente lo que compartimos.