01 Oct La bulimia y la anorexia. Por Cristian Figueredo Braslavsky
La bulimia y la anorexia son dos de los mas conocidos trastornos alimentarios que han acaparado las miradas de la sociedad en general sobre lago tiempo, sin embargo muy poco se ha difundido por fuera de los círculos profesionales, todo el andamiaje que permite y sostiene la construcción de estas particulares formas de relacionarse con la alimentación.
Hay un discurso social “enlatado” acerca de que causa la bulimia y la anorexia, como el estereotipo de la imagen delgada, la obsesión por lo saludable y algunas cuestiones mas que partiendo de lo general nada dicen sobre los puntos íntimos y singulares que son justamente aquellos que pueden abrir una lectura profunda de estas causas.
La dificultades con el comer, ya sea en la vertiente de la restricción, como es el caso de la anorexia ó en la vertiente del exceso y la purgación, como en el caso de la bulimia, podemos encontrar algunos puntos comunes que nos dibujen la estructura de este tipo de síntomas.
En ambos casos nos encontramos con una dificultad estructural que pasa por una posición errante que confunde el manejo de los objetos, en tanto que el alimento es un objeto y no cualquiera, ya que se trata del primer objeto que en el recien nacido entra en el juego del intercambio con la madre y en términos de cuidado y por tanto hace signo de amor. La confusión ó la errancia pasa por tomar aquello que se da como signo de amor solo en su condición de objeto.
Así es que el rechazo, la incorporación sin limite, la conducta purgativa se constituyen como modalidades de tramitar algo que no tiene que ver con los objetos, sino con los signos del amor. Se establece entonces un falso enlace entre el alimento y lo afectivo. Este es el punto de quizás, mayor complejidad en el tratamiento de las dificultades del comer, introducir la palabra y el sentido que esta detrás de un discurso centrado exclusivamente en el terreno de la alimentación.
La apertura a la elaboración por fuera del discurso del “control del impulso” posibilita un cambio de posición en esta relación conflictiva con la alimentación, cediendo hacia el lado de un modo mas sano y sereno de relacionarse con la comida.