Enganchados. Por Cristian Figueredo Braslavsky

En el mes de Abril tuvo lugar el 2º Coloquio Internacional de Toxicomanías y Adicciones, que ha sido organizado por los diferentes grupos de investigación en las Escuelas de orientación Lacaniana alrededor del mundo. Llevaba por titulo «Enganches y desenganches». A partir del intercambio con otros colegas se abrió el debato sobre los buenos enganches y esto me ha hecho pensar.

Habitualmente escuchamos que los pacientes hablan de estar «enganchados» a cierta sustancia y a la imposibilidad frente a la que se encuentran de «desengancharse», sobreponiéndose la idea de que estar enganchado a algo o a alguien es nocivo y el hecho de desengancharse produciría cierto alivio.

Justamente lo que se pone en juego aquí, es la función de amarre que cumple el objeto que viene al lugar de lo tóxico, ya que no solamente se trata de droga, sino de todo aquello que podemos encuadrar dentro de lo adictivo, como el juego, las relaciones, lo tecnológico.

Es fundamental poder pensar cual es la función que en la economía psíquica cumple el objeto. De hecho en este punto se centra prácticamente lo grueso del trabajo con la persona que acude a pedir ayuda para «desengancharse».

Otra cuestión fundamental que gira en torno a la funcionalidad de la relación de enganche con la droga o la conducta adictiva, es el diagnóstico psicopatológico de base y que nada tiene que ver de una forma causal con una determinada relación de enganche.

Ahora bien, el engancharse a algo no necesariamente es malo o perjudicial, la cuestión será a que o quien y de que manera. Por ello es que puede ser útil el pensar que buenos enganches cada uno de nosotros puede construir y establecer.

El promover el buen enganche podría darnos las coordenadas de lo que puede ser la dirección de un tratamiento. No se trata de sustituir una sustancia por otra ó una pareja por otra, sino el de poder entender la lógica de la función de ese «mal» enganche para poder dar lugar a la construcción de un buen enganche.

Al fin y al cabo lo que podemos pensar como un buen enganche es como aquello que se instala de una buena forma en nuestras vidas y nos permite al menos por momentos, tener la sensación de cierto bienestar, de que nos lleva mas hacia el lado de la vida y del gozo, que del lado de lo pesado y sufriente.

No hay que confundir lo que pueda hacer bien a cada uno, con el ideal de lo que debe ser esperable. En cada caso habrá que promover la emergencia del deseo único y singular como punto de partida para iniciar una andadura que tenga como horizonte el encuentro con el buen enganche.

El alivio de no depender de una sustancia o una conducta pasa necesariamente por entender cual es esa función que subyace, porque la abstinencia o el abandono de la conducta adictiva tiene como sostén el construir otra forma de relacionarse con aquello que hace sufrir. Es un error el reducir la dependencia a una cuestión puramente biológica, que sin lugar a dudas el tóxico tiene sus efectos en nuestro cuerpo, pero solo pensarlo en esa vertiente es insuficiente y esto se pone en evidencia cuando hablamos de conductas adictivas como lo puede ser el juego o las relaciones tóxicas, en donde no se pone en juego el efecto de la sustancia en nuestro cuerpo. El modo en que cada cual vive y sostiene el mal enganche es lo que permitirá un verdadero cambio en aquello que no funciona y que no hace bien.