
23 Jun CLÍNICA DE LA VIDA COTIDIANA. Por Cristian Figueredo Braslavsky
Empiezo por el final. Este último viernes fue la ultima reunión de equipo de PSIMA del ciclo en el que estuvimos trabajando sobre Clínica diferencial. Como cada curso propongo un tema que oriente los trabajos que presentamos en las reuniones y por supuesto, no es azarozo el tema en cuestión. La cuestión diagnóstica es de suma imoprtancia en el trabajo clínico bajo la orientación tan particular que proponemos desde el Servicio, en donde la apuesta es por un lado la de subrayar y destacar la subjetividad como un punto incuestionable. Cuando hablamos de subjetividad lo que destacamos es la forma íntima y particular que cada persona tiene de vivir y por supuesto de sufrir. Por otro lado tomamos esa forma particular de sufrir, como una construcción defensiva que cada cual se inventa frente a algo que se le hace insoportable, mas allá de sus propias intenciones.
Justamente por ello es fundamental oreintar un diagnóstico no por lo general de una etiqueta que lo nombra según un conjunto de signos sino que el diagnóstico en nuestra práctica se sostiene en una orientación en la cura que responde más bien a establcer las coordenadas de un modo particular que el sujeto tinene, activamente, de defenderse de aquello que le resulta insoportable.
En estos días Facundo Tardivo, quien coordinó la última reunión, compartirá un escrito sobre la última reunión. Sin dudas para nosotros como equipo este último curso nos ayudo a afianzar ciertas orientaciones sobre el diagnóstico diferencial, que nos invita a seguir pensandolo y conversando en los espacios clínicos compartidos.
Y así relanzamos hacia el próximo curso el trabajo orientado por la Clínica de la vida cotidiana, tomando a los pequeños detalles para que a partir de ellos podamos dar forma a un sintoma que implique al sujeto y que lo ponga a trabajar en la parte que le toca sobre su modo partcular de sufrir y por supuesto de vivir!!!