09 Abr Algunos apuntes en torno al consumo de drogas.
El consumo de drogas puede inducir o agravar a varios de los desordenes psiquiátricos y psicológicos, más allá de la cantidad y la frecuencia del consumo, tal y como lo vemos en las entrevistas que a diario tenemos en la Unidad de Conductas Adictivas.
La esfera afectiva y emocional se ve afectada desde el comienzo del consumo, ya que los estados de ánimo pasan a depender de la sustancia que se consume. Con el transcurso del tiempo, la persona va adquiriendo el hábito de aplacar sus emociones. Es de esta manera que el consumo esta asociado directamente a los conocidos como trastornos del estado de animo.
Por otro lado aparece o se intensifica el deterioro en los lazos familiares, siendo frecuente la aparición de sentimientos de culpa y hostilidad. La familia es testigo del consumo de sustancias y vive en primera persona las dificultades que aparecen en los vínculos. Mas tarde probablemente estas mismas dificultades intrafamiliares se trasladarán a otro tipo de vínculos como las amistas, el trabajo ó las relaciones de pareja.
A nivel médico hay que destacar que el consumo de sustancias afecta de forma directa a los órganos vitales y por ende al correcto funcionamiento y funciones de éstos. El deterioro puede llegar a ser paulatino o abrupto. Es muy importante tener en cuenta que las afecciones provocadas por el consumo de sustancias, en algunas ocasiones son irreversibles. En cualquier caso el tratamiento y seguimiento médico es un aspecto fundamental en el trabajo que se realiza con el paciente que acude al tratamiento.
Destacamos que es muy importante centrar el tratamiento en la función que cumple en la persona el consumo del tóxico o la conducta adictiva, más allá de la cantidad o de la frecuencia. Lejos de etiquetar la dificultad y la persona en una patología, de lo que se trata, es de poder entender la lógica de la conducta que entraña un sufrimiento que se enquista como una mala solución.
El tratamiento que proponemos en la Unidad de Conductas Adictivas apunta a la construcción de una nueva propuesta de vida, de un modo diferente de hacer con lo que no funciona. EL proceso terapéutico no apunta simplemente a dejar de consumir, sino de poder “inventar” una nueva forma de estar en el mundo.