ADOLESCENTES VIOLENTOS. POR CRISTIAN FIGUEREDO BRASLAVSKY

Por diversos canales digitales, circulan una y otra vez, videos en donde un adolescente le pega a otro a vistas de sus compañeros y con la evidente particularidad de que esta escena es filmada para luego difundirla a la mirada de los otros. Son escenas con una carga de violencia y angustia muy marcadas, que realmente hacen que sea difícil poder sostener la mirada en las imágenes.

Me pregunto ¿Qué es lo que mueve a mostrar esto?, y lo que me genera más interrogantes es sobre todo ¿Cuál es la satisfacción que se pone en juego a presenciar pasivamente un acto de violencia de esta magnitud?. Casi como si del big brother show se tratase, la exposición a la mirada universal de los otros es que se muestra la fuerza de lo pulsional en la adolescencia.

Los adolescentes de hoy tienen que encontrar una forma de poder ser, de que el otro le reconozca y es así que buscan permanentemente el mostrarse, el hacerse ver. De esta forma se hace visible a los ojos del otro, aunque en ello ponga en juego su vida a través de la violencia. Parafraseando a Descartes en su célebre frase pienso, luego existo, el adolescente de hoy diría algo así como me miran, luego existo, encontrando en lo violento una mala manera de hacerse existir.

En el momento que le toca vivir al adolescente, debe enfrentarse de un modo particular al encuentro con la sexualidad. Esto se manifiesta en la aparición de un quantum libidinal en el cuerpo que busca una salida, un lugar fuera del cuerpo donde dirigirse y al que alcanzar. Este movimiento no es nada fácil para el adolescente y no siempre encuentra una buena forma. La violencia es lo que pone en evidencia la errancia de esta maniobra.

La mirada queda atrapada en la pantalla y hay una especie de detención del tiempo, de congelamiento, en donde es absorbido por la pantalla y casi que podríamos decir, que el propio adolescente desaparece. Al decir de los padres “es como que está en otro planeta cuando se conecta”. En la era digital, el compartir tiene una connotación especial.

Lo que antaño se mantenía en secreto y se reservaba a lo más íntimo y los más íntimos, ahora se comparte abiertamente y es en el acto de mostrarse en donde el adolescente de hoy se reconoce. Mientras más seguidores, más impresiones de pantalla, tanto más se reafirma falsamente el adolescente en su ser.

La construcción y la invención de una forma de poner en palabras o mejor dicho, de poder decir algo de lo que vive, será la ventana que se abra a una posible vía para poder hacer algo distinto por fuera de la violencia y que le permita estar en el mundo de una manera más cómoda y compartida con otros que le permita un buen encuentro.